Leyenda de la Calle Sierpes.

Existe una leyenda urbana que relaciona el nombre de la calle con una serpiente que se encontraba en sus alcantarillas. El escritor e historiador José María de Mena la cuenta del siguiente modo:


En el siglo XV comenzaron a desaparecer niños de la ciudad y la gente no sabía la causa. Algunos apuntaban a que se trataba de los judíos para prácticas sacrílegas, otros que eran moros que los llevaban como esclavos al rey de Granada, otros que eran turcos disfrazados de mercaderes que los llevaban a su sultán, o también que eran venganzas familiares entre la familia Ponce y la Guzmán (los Ponce y los Guzmanes). Un día un forastero llamado Melchor de Quintana y Argüeso, un bachiller de letras que había cursado sus estudios en Osuna, se presentó en la casa de Alonso de Cárdenas, comendador de León y regente de la ciudad. El forastero contó que se había rebelado contra el rey por orden del duque de Arcos pero como la rebelión fracasó fue llevado a la Cárcel Real de la ciudad. En su celda comenzó a hacer un túnel para fugarse y logró llegar a las alcantarillas antiguas hechas por los romanos donde descubrió la causa de las desapariciones y dijo que la revelaría a cambio de que se firmase su indulto con un escribano. Entonces Melchor, Alonso, dos hombres de armas y un escribano fueron a la cárcel, al túnel y de ahí a las alcantarillas y encontraron una serpiente de unos 6 metros con un cuchillo clavado y restos de niños en el suelo. Melchor dijo que la había matado al encontrarla allí. Alonso ordenó que se sacara a la serpiente y se expusiera durante un tiempo en la calle Espaderos, yendo gente a verla de todas las collaciones o barrios de Sevilla. Y a fuerza de contarse la historia se perdió el nombre de Espaderos y pasó a denominarse "de la Sierpe". Pasados unos meses el bachiller Melchor de Quintana, ya libre de todo delito, pasó a casarse con la hija del propio Alonso de Cárdenas.

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